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Punto final.

No pensé que podría extrañarte tanto, que un día odiaría cada cosa que amaba de ti, tus ojos tan mágicos y bonitos, tus labios sabor café vainilla, tu sonrisa tan grande y perfecta, tus arranques de niña, lo bien que encajaban tus manos en las mías, las complicidades, los atardeceres y ese dulcesito de coco en tu voz. Amé cada parte de ti, incluso esa que era tan difícil de amar, amé lo bueno, lo malo y cada cosa que había en medio, te aprendí de memoria, sabía lo que te molestaba y lo que te hacía la niña más feliz. Luego peleamos, un día cualquiera todo se acabó, los mensajes dejaron de llegar y nos soltamos, pensé que en algún momento regresaríamos, que había hecho lo suficiente para que lucharas y no quisieras perderme, por eso te escondía en ese rincón donde se guardan las cosas que no quieren nunca olvidarse, pero no fue así. Poco a poco he ido sacando todo del cuarto y del corazón, ya boté el perfume que olvidaste, el dibujo que me hiciste y quité la foto al fin del espejo, he l...

De ahí no te vas.

Hace falta mucho valor para irte de donde alguna vez pensaste que te quedarías para siempre.  Y duelen las risas que no volverán, las canciones, los lugares, las promesas, los besos que faltaron, las fotos, los recuerdos, las historias, los insomnios que le susurran al corazón que todavía se puede, que regreses, que le llames, que lo intentes, que te hagas pedazos, que no le dejes nada a la suerte, que te quites la duda de si debiste aguantar, esperar o quedarte un poco más.  Pero si algo he aprendido, es que de donde te quieren, de donde te cuidan y de donde te valoran de verdad, de ahí no te sueltan, de ahí no te pierden y de ahí uno nunca se va.   

Bucle de emociones.

Una vez tuve uno de esos amores que van y vienen. Tú los debes conocer muy bien. Esos mismos que cuando llegan lo hacen con todo y maleta. Desempacan sus sueños, sus miedos, sus costumbres, sus malos hábitos como ese de desvelarse. ¿Qué hace uno desvelándose por alguien más cuando comparte la misma cama? No sé pero ésa era una de sus malas mañas. Como te decía, yo también tuve uno de esos amores que cuando se van, se llevan hasta los tenedores. Que al inicio de su partida te das cuenta que de nada sirven porque ni hambre te da. Al contrario. Te quieres comer a ti mismo para que la ansiedad post ruptura no tenga nada qué devorar y así muera de hambre. Pero el que muere no es el apetito, sino uno mismo en ese bucle de emociones. Y qué coraje da recordar esos amores cuando la cicatriz todavía duele. Todavía con tal cinismo hasta uno suspira, y dice: ¿En qué estaba pensando cuando me dejé ir como persona en tobogán. Y sí, dije persona y no gorda o gordo porque aquí no juzgamos al amor con ...

No perdiste.

Lo intentaste, de verdad lo intentaste de mil formas, buscaste la manera, te inventaste algunas otras, pusiste de cabeza al universo y aún así no fue suficiente. Pero está bien, necesitas entender que las cosas a veces no salen, que aunque querías que esos ojitos estuvieran ahí para siempre, no se pudo, y no es tu culpa, y no, no podías haber hecho más, porque para quien no quiere quedarse nada habría sido suficiente. Y sí, hoy es otro de esos domingos donde desearías estar en esos brazos y viendo esa sonrisa, pero va a pasar, te lo juro, ese huequito en las sonrisas va a quitarse, tan solo un poco más de tiempo, un poco más de poesía, mucho amor propio y estarás bien. Así que quédate tranquilo, porque no te perdiste, te perdieron, se perdieron de un gran corazón, y se perdieron de esas ganas tan bonitas, y se perdieron de alguien que pasa una sola vez en la vida. 

Como la primera vez.

Llegaste cuando menos lo esperaba, cuando yo decía que intentarlo de nuevo ya no valía para nada la pena, cuando estaba seguro de que el mundo estaba de cabeza y que hoy en día que te fallen es algo normal. Pero con sonrisas, palabras y amor bonito me convenciste de que tenerme en tu vida era lo que habías esperado, que no te creías que alguien me hubiera perdido pero le agradecías al destino que no me supieran valorar antes, porque quizá la buena suerte por fin nos llegó a los dos. Y para ser sincero, con en esa sonrisa que tienes, con tu manera tan linda de tratarme y con esa forma de quererme que me saca de este planeta, yo podría hacerme el loco y fingir que jamás me lastimaron, para enamorarme de ti como si fuera la primera vez. 

Fuiste cura para un insomnio.

Siempre quise ser tu amor a la mañana siguiente  y después del insomnio que se acurrucó en tu pecho  Siempre quise despertarte con el aroma del café  que se confunda con el olor a tierra mojada y la parte fría de la almohada. Siempre quise susurrarte al oído  lo bonita que es tu espalda y ver sonreír tu boca al despertar para que opaque cualquier amanecer.  No es por nada pero te prefiero más  que el café recién hecho por la mañana  en un sábado con lluvia y eso ya es mucho decir.  Siempre quise terminar de contar tus lunares  apuesto que eran más  de las que pudieron recorrer mis labios en un par de noches.  Aún extraño que mis dedos jueguen  con tu cabello negro  que se deslicen entre tus pecas  hasta caer en tus hombros.  Hay anhelos  que siempre seguirán existiendo aunque se cumplan aunque se sueñe despierto con ellos.  En tu mirada siempre encontré la fuerza que necesité en momentos de tristeza...

Miedos y confesiones.

Tuve tanto miedo de ti porque de tan solo pensar  en la posibilidad de estar lejos  me provocaba angustia esa que duele hasta el alma que oprime el pecho sin tocar angustia de aquellas que da al imaginar: no volver a besarte como antes, no poder sentirte, no volver a escribirte.  Es complejo retomar rutinas y más aún: escribirte unas cuantas líneas.  No es falta de amor al contrario: yo tan solo te veo y sonrío.  Y tampoco es que te quiera a mi manera solo es que el tiempo habla por sí solo  cuando estamos y me encuentro en la irreverente excusa de callar cuánto te quiero porque pienso que el tiempo es lo suficientemente lento cuando se trata de volverte a ver y lo necesariamente rápido para dormir junto a ti. No me gusta conservar el anonimato ni mantenerme entre tus silencios yo sé que me quieres y yo sé que te quiero pero… Si el querer es poder: ¿Crees poder tolerar el paso del tiempo, el paso de las noches y de los días sin compartirnos un beso? ¿Cuánta...