En mis pensamientos está, en mi corazón la escondí, que no olvide que la espero, que no espere que la olvide. Cada noche espero su voz, como la última vez que conversamos, quizá solo porque su voz me cautiva, quizá solo porque escucharla me estremece. Me entretenía mucho escucharla, leer su día a día, y aunque hiciera miles de malabares con el tiempo, siempre tenía espacios especiales para mí. No sé donde aprendió a cocinar, sin embargo por siempre era la mejor. Sus ojos achinados inundados de miel y un deseo incalculable de que por fin algún día todo llegue a estar bien, sus emociones a veces le jugaban malas pasadas; pero aún así, tiene un corazón inmenso. Posiblemente aprendí de ella el "no doy porque tengo, tengo porque doy." Han pasado varios días ya donde su voz es ausente, donde su presencia es cada vez más lejana, donde sus risas no vuelven y sólo se me escapan como el agua se me escapa entre los dedos, donde una guerra de cosquillas entre cuatro siempre era el mejor ...