En mis pensamientos está, en mi corazón la escondí, que no olvide que la espero, que no espere que la olvide. Cada noche espero su voz, como la última vez que conversamos, quizá solo porque su voz me cautiva, quizá solo porque escucharla me estremece.
Me entretenía mucho escucharla, leer su día a día, y aunque hiciera miles de malabares con el tiempo, siempre tenía espacios especiales para mí. No sé donde aprendió a cocinar, sin embargo por siempre era la mejor. Sus ojos achinados inundados de miel y un deseo incalculable de que por fin algún día todo llegue a estar bien, sus emociones a veces le jugaban malas pasadas; pero aún así, tiene un corazón inmenso. Posiblemente aprendí de ella el "no doy porque tengo, tengo porque doy."
Han pasado varios días ya donde su voz es ausente, donde su presencia es cada vez más lejana, donde sus risas no vuelven y sólo se me escapan como el agua se me escapa entre los dedos, donde una guerra de cosquillas entre cuatro siempre era el mejor pretexto para quedarme un rato más los domingos y aunque llegara cansado por la noche o los lunes en la mañana, siempre una sonrisa de 'valió la pena' me acompañaba durante el día.
Los almuerzos juntos pese a la distancia, las oraciones antes de la cena, tomarnos de la mano y caminar, oír su pensar, hablar tendido en una de sus tardes, sentirnos cerca con tan solo dejar el teléfono encendido, despertar con un mensaje de buenos días. Y aunque por las noches eran nulas las despedidas, sabía que se había quedado dormida en los brazos de quien amaba más que a mí; y por alguna razón eso era lo más dulce que hacía.
He guardado su nombre en mi ser, he atesorado momentos únicos en mi memoria, he sonreído cada vez que un recuerdo vuelve a mí; y sí, de esos recuerdos que es inevitable suspirar y mirar al cielo pensando en que ojalá esté bien. No pierdo la esperanza de que en algún momento nos volvamos a encontrar, quizá por accidente o quizá porque así lo quiera. Sueño con el día en que llegue a buscarme por sorpresa, eso en definitiva quitaría todos los males y derretería mis más grandes muros, como cuando me perdía entre sus brazos.
Y como diría el gran Benedetti:
"Mi estrategia es,
que un día cualquiera,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto,
por fin me necesites"
que un día cualquiera,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto,
por fin me necesites"
Y en esa simple ecuación, solo me cabe dejar mi teléfono encendido por las noches por si regresa.
Te llevo en mi corazón, porque en mi vida no pude.
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