Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de julio, 2021

Yo te cuido.

Yo te cuido. Yo te quito los zapatos y te acuesto cuando volvamos de cenar... Yo te abrazo en la cocina mientras cocinamos juntos y nos comemos la boca. Yo te beso la frente para que te sientas protegida, te abrazo bien fuerte para que te sientas en casa. Yo te mato los miedos a besos, te quito las dudas con puras caricias. Te mido la cintura a besos. Yo te digo cuantas cosquillas te mide la tristeza. Te regalo mi oído, mi hombro, mi pecho, mi tiempo, lo que haga falta para que puedas confiar de una vez por todas en alguien. Yo te llevo de la mano por la calle, te abro la puerta, te corro la silla para que te sientes cuando salgamos por ahí a hablar tendido en una de tus tardes.  Yo te canto al oído despacito.  Yo te veo dormir la siesta y suspiro agradeciéndole a Dios el simple hecho de que existas.  Solo déjate cuidar.  Aunque ya se que te puedes cuidar sola y está genial, pero; ¿no sería lindo que te lleven la cartera un ratito? Piénsalo. 

¡Hasta pronto!

!Detente, detente!, no paraba de decirme con sus labios, pero sus ojos y todo su cuerpo no dejaba de moverse al vaivén de cuerpo, yo sentía como si un ciempiés o una araña se clavara en su hombros, y se aferrara a mí.  —Puedes ser un poco más salvaje —dijo ella con un tono excitante y me embistió de nuevo con sus besos.  Sus gemidos en mi oído han sido la poesía más erótica y prohibida que he escuchado, no podría describirla en hoja y papel.  Solo fue recibir de ella esa orden, y la tumbé sobre la cama, y mis manos grandes sujetaron sus caderas. Me abalancé sobre su espalda y ella empujó su delicado y espectacular cuerpo contra mi entre pierna y nos conectamos sin la más mínima dificultad. Ella me veía a través del espejo que estaba justo delante de nosotros, su rostro tan perverso no hacía más que invitarme a devorarla. La luna entraba sigilosamente por la ventana y con su luz iluminaba nuestros vestidos desnudos, llenos del éxtasis que provocan nuestras pasiones intensa...

Hoy quería hablar contigo.

Remitente: Bryan Zúñiga Z.  Destinatario: Bryan Zúñiga Z.  Hoy quería hablar contigo,  ¿Por qué no me cuentas nada?  ¿Cambiaste?  No sé, pero estás distante.  Ya no lloras, ya no hablas,  ya... no eres tú, y me asusta.  Tus letras ya no hablan de tristeza, depresión, mataste al que escribía triste en aquella nota de suicidio.  Como mencionaste, y aunque te extrañe,  me alegra saber que has cambiado  ya que era demasiado triste verte suicidar literariamente cada noche.  Ahora brillas, tienes esencia. Pero...  ¿Por qué tiene que ser en silencio?  ¿Por que sin amigos?  ¿Te dañaron tanto o  es un escudo protector que pones para que todos te olviden después de muerto?  No lo entiendo, pero desearía que me lo explicaras.  El niño que conocí ahora es un hombre, y lo desconozco; pero lo quiero.  Cuidate mucho.  Cuando puedas vuelve a mí. Necesito darte un abrazo. Sé que lo necesitas.  ...

Me enamoré de una escritora.

Me enamoré de una escritora  que no sabe de mi existencia,  que no se percata de mí  entre sus seguidores.  Yo quisiera que me viera,  O que al menos me notara,  para poder decirle  entre el amor y el miedo,  que su voz me vuelve loco,  Su dulce y suave tono combinado  con la manera en como  gesticula  y pronuncia las palabras  hace que sea un éxtasis escucharla.  Yo no tendría problema  en despertar así todas las mañanas.  El problema es que,  aunque trate de hacer hasta lo imposible  por llamar su atención,  me evita e ignora  a mas no poder.  De nada sirve que  la mencione en historias,  que comente sus escritos,  que esté ahí cuando sienta caer.  No soy importante. No soy de su interés,  Para ella soy como el resto: Invisible.  Jamas me querrá.  Me enamoré de una escritora...  Y, no saben cómo duele. 

Aunque tú no lo sepas.

Te pienso. Unos dibujan, otros crean una canción, escriben un poema, hacen el amor. Yo te pienso y es como hacerte todo eso en silencio. Tan dulce y sencilla,  que no necesita más que unos Crocs y una gabacha para verse linda. Tan llena de sueños, tan bella voz que me estremece.  Tanto bien que me haces, que realmente puedo ser yo; y no necesito más que unos segundos para sentirme en casa.  Aunque tú no lo sepas, te he guardado a diario en mis pensamientos, te he cuidado desde aquí, te he acompañado con mis oraciones, te he defendido de lejos. Tal y como lo prometí. Aunque tú no lo sepas sigo aquí, nunca me he ido. Con un millón de cicatrices más, algunas tienen tu nombre; sí, el más bonito del mundo. Sigo de pie, sigo creyendo, aunque estuve perdido y a veces sin norte. El corazón está más fuerte, sabe que quiere y ya no se me esconde, y como me detallas " inofensivo, sereno, amable y cariñoso", me hace creer que también estuve en muchos de tus pensamientos.  Hay un...

Me han contado.

Me han contado que te sientes  insegura al despertar;  que no te gusta  cómo se ven tus ojos  por las veces que  has llorado en las noches esperando una señal  de que todo no está mal.  Que no te gusta  cómo se ven tus ojeras porque demuestran  el cansancio que ocultas para no preocupar.  Que no te gusta la manera  en cómo se acomodan  tus mejillas  cuando sonríes  porque consideras  tu sonrisa algo  no especial.  Que no te gustan tus labios porque nunca nadie los ha besado.  Pero, si supieras  que cada una de las razones que consideras inseguridades te hacen ver fuerte y bonita cada mañana,  te aseguro que olvidarías por completo  esa lista nefasta.