Me han contado que te sientes
insegura al despertar;
que no te gusta
cómo se ven tus ojos
por las veces que
has llorado en las noches esperando una señal
de que todo no está mal.
Que no te gusta
cómo se ven tus ojeras porque demuestran
el cansancio que ocultas para no preocupar.
Que no te gusta la manera
en cómo se acomodan tus mejillas
cuando sonríes
porque consideras
tu sonrisa algo
no especial.
Que no te gustan tus labios porque nunca nadie los ha besado.
Pero, si supieras
que cada una de las razones que consideras inseguridades te hacen ver fuerte y bonita cada mañana,
te aseguro que olvidarías por completo
esa lista nefasta.
Comentarios
Publicar un comentario