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Con esa mirada tan eterna.

Siempre quise despertarte
con el aroma del café 
que se confunda con el olor a tierra mojada
y la parte fría de la almohada.

Siempre quise susurrarte al oído 
lo bonita que es tu espalda
y ver sonreír tu boca al despertar
para que opaque cualquier amanecer. 

No es por nada pero te prefiero más 
que el café recién hecho por la mañana 
en un sábado con lluvia
y eso ya es mucho decir. 

Siempre quise terminar de contar tus pecas
apuesto que eran más 
de las que pudieron recorrer mis labios
en un par de noches. 

Aún extraño que mis dedos jueguen 
con tu cabello negro 
que se deslicen entre las mejillas 
hasta caer en tus hombros. 

Hay anhelos 
que siempre seguirán existiendo
aunque se cumplan
aunque se sueñe despierto con ellos. 

En tu mirada siempre encontré la fuerza
que necesité en momentos de flaqueza
fuiste cura para un insomnio
que hoy suplica por tus besos. 

Posdata: Siempre te recuerdo con esa sonrisa tan tuya, con esa mirada tan eterna.

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