Tenía luz en sus ojos, su voz dulce y directa como el primer rayo de sol en la mañana, su magia era profunda, su elegancia su carta de presentación, su nobleza y lealtad sus más fieles compañeras. Su compañía era tan gratificante como el más bello atardecer en tu playa favorita. Sus ganas de salir adelante eran inmensas, sus manos expresivas y llenas de números, su estatura era la justa para alcanzar al infinito, siempre tan formal, tan auténtica en el mismo renglón, su sonrisa era tan cálida como un buen vino cerca del mar. Ella no lo sabe, pero cuando sonríe siempre el más feliz soy yo. Y como diría mi buen amigo García Márquez: "hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como una ventana llena de luz."
Hace ya algún tiempo que decidí estar solo, dejarme ya de tantas pendejadas y quitarme el miedo a la soledad, porque pues, en realidad no pasa nada si nadie llama o escribe, no pasa nada si tengo que esperar a que un buen amor llegue, no pasa nada si dedico el tiempo para mí. A veces pienso que le damos demasiada importancia al amor, o sea, sí está bien tener pareja, pero tampoco es lo único en la vida que vale la pena, y no me mal entiendas, soy un romántico de lo peor, pero ya me cansé de serlo con la persona equivocada. Y en este tiempo de soledad he aprendido que siempre habrá opciones, pero debemos tener el maldito de valor de decir que no a alguien que no llena nuestras expectativas, tener el valor de no conformarnos, tener el valor de no aceptar algo sólo porque nos gusta, o nos habla bonito, o cualquier otra borona de amor entre sus líneas. La mayoría de las personas complican el amor porque en realidad aceptaron algo que no les gustaba desde el inicio, algo que les daba dudas ...
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