Sabía que tu adiós me iba a doler de muchas formas. No necesitaba que te fueras para entenderlo. Ya me dolía el pecho con el solo hecho de pensarlo en mis silencios o teniéndote en mis brazos.
Sabía que irte o irme, sería un buen golpe al corazón, aún entendiendo que así era mejor para ti, para mí o para ambos. Nada podía quitar ese sentimiento de perder lo que más quieres. Sabía que extrañaría cada parte de ti y que cada día me harías falta un poquito más. No sé, son de esas cosas que no logras comprender cómo es que lo sientes y al final sucede tal cual.
El proceso de esta vida sin ti siguió; así tenía que ser. Solo que no imaginaba que cuando algo me saliera bien, cuando la vida me diera algún regalo, todo lo iba a querer compartir contigo. O cuando algo saliera mal, cuando los problemas, las situaciones difíciles de mi vida me consumieran y no tuviera a donde ir, pensaría en ti y en tu abrazo. Ese que me tranquilizara el alma una vez más. Pensarte y necesitarte en lo bueno y malo. Eso no estaba en mis planes cuando ya no estuvieras.
Comentarios
Publicar un comentario