Me gusta lo que tenemos, no sé si es mucho o poco, no sé si lo andábamos buscando o no, ni siquiera sé si estábamos listos, pero me basta con verte sonreír, con escuchar tu risa y que andes todo el día bailando por mi cabeza. Y creo que de eso se trata la suerte, de un día tropezarse con unos ojitos que te demuestran desde el primer segundo que van a todas contigo, que eres lo que habían esperado y que no piensan soltarte llueva o truene. Quizá entonces los corazones rotos no son otra cosa que el amor quitándote de donde no era tu lugar, y duele, claro, porque uno es más bruto y terco de lo que debería, pero cuando llegas a los brazos correctos lo entiendes todo. Por eso me gusta lo que tenemos, porque te miro y no quisiera estar en ningún otro sitio, porque pienso que no hay otra más guapa y porque a tu lado se sienten bien los domingos, las risas y el café.
Hace ya algún tiempo que decidí estar solo, dejarme ya de tantas pendejadas y quitarme el miedo a la soledad, porque pues, en realidad no pasa nada si nadie llama o escribe, no pasa nada si tengo que esperar a que un buen amor llegue, no pasa nada si dedico el tiempo para mí. A veces pienso que le damos demasiada importancia al amor, o sea, sí está bien tener pareja, pero tampoco es lo único en la vida que vale la pena, y no me mal entiendas, soy un romántico de lo peor, pero ya me cansé de serlo con la persona equivocada. Y en este tiempo de soledad he aprendido que siempre habrá opciones, pero debemos tener el maldito de valor de decir que no a alguien que no llena nuestras expectativas, tener el valor de no conformarnos, tener el valor de no aceptar algo sólo porque nos gusta, o nos habla bonito, o cualquier otra borona de amor entre sus líneas. La mayoría de las personas complican el amor porque en realidad aceptaron algo que no les gustaba desde el inicio, algo que les daba dudas ...
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