Sigo creyendo que volveremos a vernos, que sólo fuimos torpes e impuntuales, que vendrá otro momento, que nuestra lista de pendientes nos espera para la aventura, para esos chineos que no nos dimos y esos lugares donde nos faltó besarnos hasta quemarnos.
Volveremos a vernos, nos quedaron en los bolsillos atardeceres llenos de risas con malos chistes incluídos, el río al que tirábamos piedritas nos sigue esperando, al igual que ese restaurante al que prometimos regresar un día que tuviéramos un poco más de hambre.
Porque sé que hay historias que nunca terminan y amores que jamás se marchitan, y no muy distante de eso estamos nosotros, casi a medio año luz, siendo un par de tercos aficionados a las despedidas y a los desenlaces inesperados.
Volveremos a vernos, no sé cuándo, no sé dónde, no sé cómo, y sigo siendo un completo tonto por seguirlo esperando, por aguardar el día en que cruces de nuevo la puerta y me sonrías igual con esa cálida tarde de mayo que llevas de orilla a orilla en los labios.
Sería más fácil olvidarte, negar que tienes los ojos más increíbles y el aroma más suave que haya probado, fingir que al besar tu cuello no se escucha un jazz improvisado y ligeras notas de blues indescriptibles, que cada uno de tus lunares no son una obra de arte inédita, y que me faltó contar uno que otro.
Volveremos a vernos, quizá ahora menos tontos y con más ganas, sin tanto pasado, sin tantas heridas, sin tanto ego y sin tanto orgullo, volveremos a vernos, tal vez en otro lugar y esta vez de día, lo sé, o tal vez ese es mi pretexto para no soltarte cuando debería haberlo hecho desde hace algún tiempo.
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