Ir al contenido principal

A quien corresponda.

Quiero un amor que me ponga a acelerar el corazón, que venga lleno de locuras, viajes y 
atardeceres, que se sienta como poner las manos cerca de una fogata en los días fríos, que no tenga excusas, que mande mensajes a todas horas, que cada día quiera matarme con sonrisas y con uno que otro chineo. Quiero un amor que me saque de la rutina, que haga de los lunes un fin de semana, que llegue a media tarde un martes o un jueves para ver películas, acurrucarnos y quedarnos así hasta la madrugada, hablando de todo, riendo de todo, enamorándonos de todo. Quiero un amor que sea valiente, que me quiera por lo que brillla y también por lo difícil, que en los malos momentos no se mueva ni un centímetro, que sea capaz de hacerme sentir cuando todo se me caiga que estaremos bien con una mirada, con un abrazo, con una palabra. Quiero un amor que quiera conocer cada centímetro de mi alma, que me pregunte de mis gustos, de mis cosas favoritas, de cuando era niño y pueda contarle los secretos que nadie sabe aún, que tenga interés en las cosas más pequeñas y luego tenga detalles sobre eso. Quiero un amor que no se fuerce, que venga y se quede, que tenga paciencia mientras se van los miedos, que entre despacio al corazón, que haga su casa en mis días, en mis manos y que me deje dedicarle uno que otro poema para que no me suelte nunca. 




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Un San Valentín cualquiera.

Hace ya algún tiempo que decidí estar solo, dejarme ya de tantas pendejadas y quitarme el miedo a la soledad, porque pues, en realidad no pasa nada si nadie llama o escribe, no pasa nada si tengo que esperar a que un buen amor llegue, no pasa nada si dedico el tiempo para mí. A veces pienso que le damos demasiada importancia al amor, o sea, sí está bien tener pareja, pero tampoco es lo único en la vida que vale la pena, y no me mal entiendas, soy un romántico de lo peor, pero ya me cansé de serlo con la persona equivocada. Y en este tiempo de soledad he aprendido que siempre habrá opciones, pero debemos tener el maldito de valor de decir que no a alguien que no llena nuestras expectativas, tener el valor de no conformarnos, tener el valor de no aceptar algo sólo porque nos gusta, o nos habla bonito, o cualquier otra borona de amor entre sus líneas. La mayoría de las personas complican el amor porque en realidad aceptaron algo que no les gustaba desde el inicio, algo que les daba dudas ...

Un para siempre.

Ya no le tengo miedo a quedarme solo, ya he perdido al amor de mi vida un par de veces y aquí sigo, no he dejado de creer pero cada vez el corazón se ha vuelto más frío, más duro y más sensato. No quiero decir que ya no me volveré a enamorar, porque más rápido cae un hablador que un cojo, pero sí puedo decirte que ya no quiero enamorarme de quien sea, ya no quiero más heridas, ni provocarlas; ya no quiero más coincidencias e intentos fallidos. Y ya sé que uno nunca sabe lo que va a pasar, al final el destino es un hijo de perra y cupido otro, pero a mí me gusta pensar que la próxima vez será la buena, la próxima vez ya nadie terminará con el corazón roto. Yo no le tengo miedo a quedarme solo, te lo juro, pero ya no confío tanto en las personas, ya no me emociono tan fácil, ya me morí varias veces en esto del amor, por eso ya sólo quiero cafecito caliente, tranquilidad y un para siempre que sí dure lo que promete.

Tropezar, caer y levantarse.

Supongo que todos hemos sido esa versión que nos hubiera encantado mejorar para alguien, o esa versión muy bonita que alguien no supo valorar ni cuidar. También hubiéramos podido equivocarnos menos, haber tomado mejores decisiones, cometer menos errores, dar menos oportunidades pero incluso de lo que sale mal vienen las mejores lecciones. A lo mejor van a haber disculpas que nunca llegaron o que nunca tuviste la oportunidad de dar, te vas a tener que quedar con algunos «quizá» y otros «hubiera» atrapados en el alma, vas a tener que soltar algunos para siempre y quedarte con futuros que sólo van a existir en los suspiros en medio de tantos atardeceres. Y no sé, creo que a veces simplemente no es el lugar o la persona, que no estamos listos o no están listos, que nos hace falta sanar o un poco mas de amor o tranquilidad o sólo es un mal momento de tu vida y en esos momentos todo está de cabeza. Supongo que al final todos seguimos mejorando, ya sabes, tropezando, cayendo y levantándo...