- Estaba tomado, quizá un poco más de lo cotidiano, hablando a solas con tu recuerdo de lo mucho que te extraño, las noches de frío en que te esperaba escondido, en la sombra permanecí mucho tiempo hasta que llegaste con aquel azul vestido y el abrazo de esa pequeña esperanza regalándome un motivo para sonreír y sobrevivir a un cruel castigo.
Algo ebrio mientras dibujo en el espejo renglones torcidos, que con suspiros sobre ellos una carta escribo, me doy cuenta que he quedado en el olvido, y de un fuerte soplido apago esa vela que me mantenía aferrado a una cordura que esperaba ver de nuevo aquel lunar en el párpado que una vez fue mío.
Dando suaves besos a una botella y conversando con un Marlboro mentolado, comienzo a perder la conciencia y veo pasar todos aquellos hermosos instantes que pronto quedaron en el olvido, poco a poco elimino todo lo que alguna vez me mantuvo vivo, tuve que morir esta noche para renacer vacío.
Al fin levanto la mirada al cielo, y solo veo estrellas, ya no estan tus ojos en cada una de ellas, le doy un beso a lo que resta de mi botella y ya no siento el sabor de tus labios, abrazo la almohada y no percibo el aroma de tu cabello, he superado aquella etapa donde deseaba al despertar leer un mensaje jamás escrito, volví a nacer y aún así no me siento vivo.
Busco mi reflejo en el espejo y este se encuentra vacío, es verdad ahora lo recuerdo casi lo olvido, el ángel que solía amar ha muerto de dolor y ha caído al abismo, en cambio; ha resurgido cómo aquél que gobierna el deseo de los condenados haciéndolos míos, he muerto como poeta del amor, ahora como verdugo del mismo he renacido.
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