Te volviste vulnerable con alguien nuevamente y no sabes realmente si te dolerá igual que las ocasiones anteriores.
Te asusta la idea de querer de nuevo a alguien.
De pensarla 24/7 y de mandarse mensajes hasta altas horas de la noche.
Piensas que te volverán a fallar y entonces sin cuestionarte quieres huir. Quieres escapar y te encierras de nuevo en un caparazón imaginario. Te vuelves frío y juras que no te volverás a enamorar, aunque sabes que en el fondo con cualquier mínima caricia te derrites.
Y de nuevo te llega el amor, intentas huir hasta que te preguntan: ¿Quién te hizo tanto daño que hoy piensas que siempre buscan herirte?
El amor no es malo, volver a creer en él tampoco. Lo difícil es recuperar la confianza y esa empieza a recuperarse cuando vuelves a creer en ti. Cuando distingues que poner un límite es sano y que nadie puede decirte cómo ser o no ser.
Solo tú conoces tus heridas.
Solo tú puedes sanarlas.
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