Qué ganas de llorarte
hasta que se me desgarren las mejillas
y que por fin me cure
de esta ausencia
y este recuerdo
que ya no acaricia
quiero desahogar este amor
y escribir un montón de canciones
que se inhunden los mares
con estos ríos que me llevan a ti
contigo cualquier temblor se queda corto
y perdón por el francés pero con este dolor cualquier hombre
se convierte en bestia.
Jamás tus lunares
sirvieron de algo
Más que para encontrarme
cuando juego al ciego
leyendo tus puntos en braille
siempre estoy buscando
un par de ojos que me recuerden a ti.
Pero jamás un amor no correspondido
dolió tanto como esta soledad
que para ser vulgares:
está muy mierda extrañarte
y ya que andamos en esas fachas
que rayan en lo vulgar
jamás tu piel fue tan tersa
y tampoco tus nalgas fueron
tan poéticas
ni tan mías
ni tan tuyas
y para ser honestos
a pesar de todo
y a pesar de nada
ni siquiera una caricia
que me provoca entre las manos
y en la entrepierna recordarte.
Nunca me sentí tan animal hasta que perseguí este instinto que busca tu aroma
entre el deseo de procurarnos
para hacernos daño
o solo besarnos
para la rima.
A una cuarta más abajo de tu ombligo me buscas
encajas tus manos en la nuca
hasta que me encuentras
escalando en tu monte de Venus
y en tus ojos encuentro el deseo
y lo espontáneo
y lo rítmico
como la magia de tus piernas
arqueando tus caderas
jamás fue rima tan dulce
ni este poema tan redundante
de un par de amantes
que sobreviven a los estragos del tiempo
y que se besan
al ritmo de estrellas fugaces
entre todos los desastres naturales
elijo la tormenta de lo nuestro
el huracán de tus piernas
el infierno de tu espalda
y en cualquier lugar
donde nos agarre desprevenidos el amor.
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