No me arrepiento, de haberlo intentado, de haberte intentado, de tratar de darte lo mejor, de arrancarte de raíz las tristezas, de bailar con la posibilidad de haberte convencido de que tu destino estaba por debajo de mis cejas. No me arrepiento, porque te tuve un ratito, porque el brillo en la cara cuando recibía tus mensajes no me lo quita nadie, porque las sonrisas que me provocaste como erupción volcánica me las quedo yo, para el baúl de los recuerdos. Por eso no me arrepiento, las cosas en ocasiones funcionan y en otras no, quizá llegué muy temprano a tu vida o quizá se me hizo tarde, como siempre, pero esas ya son letras de otra historia. Te tuve un ratito, conocí el sabor de tus sonrisas, me gustó escucharte reír a carcajadas y la forma en que tomabas vino, tu manera de ver las nubes y como se te ponía roja la nariz con el frío, y pues ni modo, no me arrepiento de haberte intentado.
Hace ya algún tiempo que decidí estar solo, dejarme ya de tantas pendejadas y quitarme el miedo a la soledad, porque pues, en realidad no pasa nada si nadie llama o escribe, no pasa nada si tengo que esperar a que un buen amor llegue, no pasa nada si dedico el tiempo para mí. A veces pienso que le damos demasiada importancia al amor, o sea, sí está bien tener pareja, pero tampoco es lo único en la vida que vale la pena, y no me mal entiendas, soy un romántico de lo peor, pero ya me cansé de serlo con la persona equivocada. Y en este tiempo de soledad he aprendido que siempre habrá opciones, pero debemos tener el maldito de valor de decir que no a alguien que no llena nuestras expectativas, tener el valor de no conformarnos, tener el valor de no aceptar algo sólo porque nos gusta, o nos habla bonito, o cualquier otra borona de amor entre sus líneas. La mayoría de las personas complican el amor porque en realidad aceptaron algo que no les gustaba desde el inicio, algo que les daba dudas ...
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