Ir al contenido principal

Una ortografía que se equivoque pocas veces.

Necesito un café y una buena mente, una que me haga querer tomarlo muy despacito para que nunca se nos acabe, ya sabes, de esas mentes curiosas que saben un poco de todo, que si el espacio, los viajes en el tiempo, las películas, la música, el arte y la economía, una de esas mentes que busca el pretexto más tonto para hablarte y no dejar de hacerlo. Porque no todo es un cuerpo, porque no todo es lo físico, porque no todo es una figura, porque de nada vale la mejor botella si el perfume huele horrible, y uno entiende eso después de algunas malas decisiones, después de haber creído que con la atracción bastaba, después de haber tenido el mejor sexo y luego de ello ese silencio que corta el alma en dos partes, porque no hay risas, no hay miradas, no hay refugio, ni casa, ni alivio a la soledad. Y tal vez sólo es cuestión de gustos, seguro habrá quien prefiera orgasmos en la piel y nunca en el alma, pero yo no, porque a mí me gusta ser estúpidamente cursi, los pequeños detalles, los mensajes sin razón, las fotos con caras chistosas, los poemas, las sorpresas, las citas a la antigua, los cafés virtuales si estamos lejos, los abrazos donde no quieres soltarte, la sonrisa que no se puede esconder, las ganas a tope, el brillo en los ojos y esa chispa que te hace demostrarle a esa persona que te enciende los latidos, que te vuela la cabeza, que le extrañas a cada segundo, y que sea mutuo, sobre todo eso. Necesito un café y una buena mente, un intelecto sutilmente sexy, una ortografía que se equivoque pocas veces, un cerebro que sepa desnudar, bailar y enamorar con el corazón y con el alma, alguien que con sólo verte sepa si estás caliente, triste o tienes hambre, porque uno se cansa de lo cotidiano, porque uno se aburre de tanto meme, porque uno merece amor, tranquilidad y café sin tener que escoger, sin tener que conformarse y tanto como se pueda. 



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Un San Valentín cualquiera.

Hace ya algún tiempo que decidí estar solo, dejarme ya de tantas pendejadas y quitarme el miedo a la soledad, porque pues, en realidad no pasa nada si nadie llama o escribe, no pasa nada si tengo que esperar a que un buen amor llegue, no pasa nada si dedico el tiempo para mí. A veces pienso que le damos demasiada importancia al amor, o sea, sí está bien tener pareja, pero tampoco es lo único en la vida que vale la pena, y no me mal entiendas, soy un romántico de lo peor, pero ya me cansé de serlo con la persona equivocada. Y en este tiempo de soledad he aprendido que siempre habrá opciones, pero debemos tener el maldito de valor de decir que no a alguien que no llena nuestras expectativas, tener el valor de no conformarnos, tener el valor de no aceptar algo sólo porque nos gusta, o nos habla bonito, o cualquier otra borona de amor entre sus líneas. La mayoría de las personas complican el amor porque en realidad aceptaron algo que no les gustaba desde el inicio, algo que les daba dudas ...

Un para siempre.

Ya no le tengo miedo a quedarme solo, ya he perdido al amor de mi vida un par de veces y aquí sigo, no he dejado de creer pero cada vez el corazón se ha vuelto más frío, más duro y más sensato. No quiero decir que ya no me volveré a enamorar, porque más rápido cae un hablador que un cojo, pero sí puedo decirte que ya no quiero enamorarme de quien sea, ya no quiero más heridas, ni provocarlas; ya no quiero más coincidencias e intentos fallidos. Y ya sé que uno nunca sabe lo que va a pasar, al final el destino es un hijo de perra y cupido otro, pero a mí me gusta pensar que la próxima vez será la buena, la próxima vez ya nadie terminará con el corazón roto. Yo no le tengo miedo a quedarme solo, te lo juro, pero ya no confío tanto en las personas, ya no me emociono tan fácil, ya me morí varias veces en esto del amor, por eso ya sólo quiero cafecito caliente, tranquilidad y un para siempre que sí dure lo que promete.

Tropezar, caer y levantarse.

Supongo que todos hemos sido esa versión que nos hubiera encantado mejorar para alguien, o esa versión muy bonita que alguien no supo valorar ni cuidar. También hubiéramos podido equivocarnos menos, haber tomado mejores decisiones, cometer menos errores, dar menos oportunidades pero incluso de lo que sale mal vienen las mejores lecciones. A lo mejor van a haber disculpas que nunca llegaron o que nunca tuviste la oportunidad de dar, te vas a tener que quedar con algunos «quizá» y otros «hubiera» atrapados en el alma, vas a tener que soltar algunos para siempre y quedarte con futuros que sólo van a existir en los suspiros en medio de tantos atardeceres. Y no sé, creo que a veces simplemente no es el lugar o la persona, que no estamos listos o no están listos, que nos hace falta sanar o un poco mas de amor o tranquilidad o sólo es un mal momento de tu vida y en esos momentos todo está de cabeza. Supongo que al final todos seguimos mejorando, ya sabes, tropezando, cayendo y levantándo...