Con los años; 31 años para ser exacto. Para algunos muchos, para otros pocos. Para mí, los suficientes como para recibir algunas lecciones de este transitar llamado vida.
Con los años aprendí que el primer beso, no es el que damos por primera vez en nuestras vidas. Primer beso es aquel que te hace estrenar sentimientos, que te hace viajar a un mundo paralelo mientras cierras los ojos. Me di cuenta que a una misma persona la puedes besar por primera vez muchas veces.
Con los años entendí que además los besos más profundos y las caricias más hermosas se producen en el silencio de dos miradas que se entienden sin palabras, sin gestos, muchas veces a la distancia, pero que son capaces de compenetrarse hasta el punto de provocar sonrisas que se graban en la memoria.
Con los años le di más valor a los abrazos, por que estos nunca estarán de más, pero vaya que los puedes extrañar. También, me di cuenta de que esos besos en la frente pueden cargar más amor qué horas enteras intercambiando saliva.
Con los años le di vida al consejo que me dio una señora, cuando me dijo que me fijara en las manos del hombre que me gustaba, pues en dos manos que se entrelazan hay más historias que estrellas en el universo. Porque cuando dos almas que se buscan se encuentran, soltarse las manos cuesta más.
Con los años comprendí que cuando eliges una canción y la compartes, regalas un pedacito de tu vida en otras voces. Aprendes a vivir diferente la música, el arte, pero sobre todo el silencio.
Con los años piensas mejor en quien invertir tu tiempo y tus sentimientos, me di cuenta que no cualquiera merece tu atención, que un desconocido puede llegar a conocerte más que alguien que lleva años a tu lado y que un pequeño detalle marca más la diferencia que un gran gesto.
Con los años aprendí que aunque seas la mejor de las personas, si estas con alguien que no sabe lo que quiere nunca serás suficiente y que lo que es para uno ni aunque nos hagamos a un lado se irá.
Con los años me di cuenta que el amor con cobardía es un espejismo, que la felicidad no es apta para pendejos y que valiente no es aquel que no tiene miedo, sino el que le hace frente a todos sus fantasmas.
Con los años me di cuenta que de nada sirve un cuerpo hermoso con una mente vacía y un alma superficial, que el mejor afrodisíaco es la risa y que la inteligencia va más allá de los libros.
Con los años descubrí, que es mejor darlo todo, que vivir a medias. Que la paz no se negocia, que hay batallas que no valen la pena pelear y que si no tenes amor todo lo demás sobra.
Con los años preferí que me digan que no a que me den mil excusas, que los celos son pérdida de tiempo, y quien quiere estar está aunque hayan kilómetros que separen y que quien no quiere estar ni aunque se funda en un abrazo.
Con los años ya no dejo lo más rico de último y disfruto el postre antes que la cena, que la siesta es un privilegio, pero lo es aún más soñar despierto.
Con los años ya mamá no es tan necia y papá deja de ser importante, con los años solo le pides al cielo que los haga eternos. Y cuando no están entre nosotros te das cuenta que aunque pasen los años, cuando uno ama, nunca mueren.
Con los años van quedando los amigos de verdad, no importa cuanto los vea o cuánto hablemos, los amigos de verdad no cambian, pueden pasar mil años y seguir como si los hubiera visto ayer...
Con los años prefiero la calma que da la naturaleza, que la algarabía de una fiesta y me di cuenta que las horas en casa suelen ser más placenteras de lo que antes parecían...
Y entre una y otra cosa, con los años la soledad no me asusta tanto y de cuando en cuando me habla y me enseña que la vida son etapas que se van saboreando como un buen vino, sorbo a sorbo. Porque vida solo hay una y el calendario no perdona.
Con los años me di cuenta que el paso por la vida es realmente efímero, y que; tan solo nos estamos preparando para una eternidad llena de Amor, al final del día descubro que para eso fuimos diseñados: para ser muy amados.
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