Eres mi complemento perfecto, la pieza que siempre me hará falta, eres lo que siempre soñé; eres luz, eres paz, eres amor, eres todo eso que cualquiera pudiera desear. O al menos que yo siempre deseé. Eres con lo que quisiera despertar todas la mañanas y reposar durante las tardes, y aunque lo que te digo sea verdad, sabía que lo nuestro llegaría a su final, que aunque nos amemos con el alma, aunque al separarnos sintamos como si nos arrebataran el alma, lo nuestro no es para toda la vida. Aunque seas el amor de mi vida.
Atravesamos por muchas cosas para que yo me convenciera de que sí eres el amor de mi vida; risas, lágrimas, peleas, reconciliaciones, miedos y mucha felicidad, noches de mucho amor y otras con gripe; días soleados y días con lluvia. Tardes tendidas de hablar y soñar, gritos, caricias, abrazos y hasta bailes. No tengo duda de que lo eres, pero tampoco la tengo de que en esta vida no me tocas tú. Y aunque no seas para mí, te agradezco todo lo que hemos vivido juntos y, sobre todo, la versión que ahora soy de mí.
Gracias porque a tu lado aprendí que lo malo tiene un lado gracioso, que la vida te da sólo una oportunidad para todo y que debemos tomarla; aprendí que debemos dejar de preocuparnos todo el tiempo y disfrutar con más calma lo que nos llegue. Aprendí a gritar cada vez que lo necesitara, a llorar si quería, a callar si era necesario y hablar cuando tenía que hacerlo. Aprendí que los problemas se arreglan si hablas con sinceridad, aprendí que todo sabe mejor si estás con la persona indicada y también aprendí a no perderme en el mapa.
Gracias por llegar a mi vida y sobre todo por mantenerte allí, gracias por llegar cuando menos lo esperaba pero cuando más te necesitaba, gracias por verme tal y como soy, y más porque a pesar de ello no te asustaste. Gracias por el apoyo incondicional y por enseñarme que el amor verdadero sí existe. Gracias también porque fuiste mi mejor amiga porque siempre estabas para prestarme tu hombro para llorar, me dabas tus consejos para pensar y tu sonrisa para hacerme sentir mejor. Gracias, mi amor, por todos los momentos eternos que voy a llevar en mi corazón. Gracias, amor de mi vida.
Gracias también por irte, que aunque nuestro amor sea real, ambos entendimos que lo nuestro ya no podía continuar. Gracias por cuidar de mí, pero ahora es mi turno, y también el tuyo para cuidar de ti. Gracias por nunca querer romper con mis sueños y mucho menos con mis metas, es momento de que los hagamos realidad. Gracias por no romperme a mí mismo y dejarme libre; libre, feliz y yo. Y el agradecimiento más importante: gracias por enseñarme a amar.
Podría continuar esta carta agradeciendo todo lo que has hecho por mí, lo que sentiste y lo que me has enseñado, incluso por desprenderme de mis más grandes miedos y a que me atreviera a darte el corazón, pero no terminaría nunca. Gracias por no dejarme solo.
A pesar de todo, debo dejarte ir. Debes dejarme ir. Y está bien, nuestros caminos han tomado diferente rumbo, y aunque me duela, debemos aceptarlo. Sé que lo que nos traerá el futuro será mucho mejor porque nos encontraremos con el verdadero amor de nuestra vida: nosotros mismos. Gracias, mi amor, por el tiempo juntos. Es hora de partir y de decirnos adiós. Te deseo amor eterno y quiero que sepas que, sin importar lo que pase, no dejaré de amarte.
Comentarios
Publicar un comentario