Sí, hay días en los que me gana el pesimismo pero recuerdo que me tengo a mí mismo, y pienso en todas esas batallas de las que logré recuperarme y eso me da la fuerza para no abandonarme.
Y es que hay días en los que me siento como un cero a la izquierda y no encuentro la manera de salvarme, pero llevo conmigo aquella promesa de no volver a derrumbarme.
Me estoy sanando . Estoy entendiendo que no tengo que hacerme indispensable. Estoy tomando distancia para observar y observar desde lejos. Estoy despertando de un aletargado condicionamiento.
Me doy cuenta que no necesito de apegos.
Que para ser libre es necesario volar ligero.
Estoy sintiendo lo que significa no ser necesitado.
Estoy entendiendo lo que hace la distancia, el tiempo y la autonomia en la decisiones.
Estoy dejando de influir e intervenir en vidas ajenas.
Estoy dejando de estar donde no soy llamado.
Estoy dejando de cargar procesos de otros.
Estoy practicando guardar silencio y respirar lento.
Estoy recordando que ser amable no me impide ser claro y dejame sentir las emociones que afloran en mi interior en este preciso momento.
Estoy despojándome de expectativas ajenas para reconstruirme desde mis propios instintos.
Estoy dejando que mi naturaleza salga desde la profundidad de mi alma.
Me estoy sanando y eso me está enseñando a escucharme, a priorizarme y a permitirme sentir ser yo mismo.
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