¡Al Carajo los amores de la nueva era!
No quiero un amor 2.0.
No quiero besos por WhatsApp de esos que se ponen cuando no hay nada que decir.
No quiero chats llenos de preguntas, pero conversaciones cara a cara llenas de silencios.
No quiero poemas de Benedetti que vayan en listas de Difusión.
No quiero un amor con filtros, ni un beso de 15 segundos.
No quiero citas que duren 140 caracteres ni que me demuestren amor en un "retuit".
No quiero un me encanta en mis fotos y ausencia en mis días.
No quiero un amor que quede en visto, ni un "en línea" compartido.
No quiero ser el trending tópic de la semana, ni tampoco el spam de tu vida.
No quiero un amor de celular y laptop, de esos que son solo números binarios y no tienen alma.
No quiero un amor para fotos que duren lo que las historias en instagram.
No quiero que me dediquen la canción más top de Spotify, cuando a mí corazón le gustan los autores desconocidos de esos que hacen música por pasiones y no por reproducciones.
¡Al Carajo todo eso! Yo me quedo con los amores a la antigua.
Me quedo con un café de esos que duran hasta hasta la cena y porque no hasta la madrugada.
Me quedo con esas charlas que empiezan con mi color favorito y terminan en la galaxia más lejana, despues de haber pasado por la geopolítica mundial y el árbol genealógico de la familia de Mickey Mouse.
Me quedo con esos besos que tienen tanto que decir que sólo hacen pausa para sonreír y seguir.
Me quedo con los mensajes en una servilleta, con las miradas cómplices y los susurros al oído.
Me quedo con los abrazos que impregnan el olor del otro en la ropa.
Me quedo con las risas contagiosas y las lágrimas después de abrir el corazón al hablar de la vida.
Me quedo con esos amores atrevidos, luchadores, llenos de peculiaridades y exclusivos.
Me quedo con las serenatas desafinadas a la luz de la luna y el helado compartido que se saborea en el parque.
Me quedo con el silencio que anuncia un beso y con el ruido de los pasos de quién te abraza por la espalda.
Me quedo con esas almas llenas de música que cuando se juntan son pura melodía.
Me quedo con una carta hecha a mano, con una conversación a la orilla del mar, con un beso en la frente y uno que otro te amo que se siente al darse la mano y tomarse el corazón.
Al final sin mucho pensar, me quedo con quien esté conectado más a la vida real que a una red social.
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