Te busqué detrás de la cortina de humo que dejó el huracán de tu voz,
cerca de la medianoche
cuando todo estaba a favor.
No te encontré.
Te quise ver después del incendio cuando se consumió la maldad, ahí donde estaba mi reflejo
y la vida era como agua de mar.
No te encontré.
Corrí cuando te sentí cerca
me espantó el sismo que ocasionó tu latido, nadie me puede negar que era tu presencia pero es fácil confundir tal espejismo.
No te encontré.
Así que me rendí con un poco de soledad
y me senté a esperar en la nada,
mi alma solamente se detuvo a meditar
mientras el espíritu te abrazaba cansado.
Te encontré.
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